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Cuando el mayordomo los alcanzó, les repitió estas palabras. Y ellos le respondieron:

«Señor, ¿por qué nos habla usted así? ¡Jamás estos siervos suyos harían tal cosa! Aquí tiene usted el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales, y que le trajimos desde la tierra de Canaán. ¿Cómo habríamos de robar plata y oro de casa de su señor?

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